Hoy día está más que claro que Vlad Tepes no fue un vampiro ni bebía sangre ni se convertía en murciélago ni ninguna de esas cosas. Su relación con estos no es más que la de ser un ser auténticamente malvado y cruel, aunque esto tampoco está muy claro. A pesar de todo, existen algunas otras similitudes: el significado de Drácula (hijo del Diablo) o su decapitación, pero no lo bastante importantes. Vlad Tepes está considerado como un héroe nacional en Rumanía por su resistencia a las invasiones turcas, algo así como el Cid en España. Quizá Bram Stoker, el escritor de Drácula, eligió al personaje por ser un individuo realmente malvado que vivía en una zona donde el mito del vampiro estaba muy arraigado.
A finales del siglo XVII hay toda una epidemia de vampirismo que comienza en Europa del Este y se traslada desde los Balcanes a países como Alemania, Francia, España, Italia e Inglaterra. Personas que viajan al este vuelven contando historias de vampiros y el tema va adquiriendo un interés en filósofos y escritores. Por su crueldad y su localización, Drácula era un perfecto candidato para el vampirismo. Para los rumanos, el hombre que protegió a Rumanía de las invasiones turcas y que la libró de la dominación húngara. No en vano, Bram Stoker es un personaje profundamente odiado en Rumanía. Sin embargo, tampoco hay que negar que la leyenda de Drácula y de los vampiros atrae hoy día a muchos turistas a estas tierras a visitar lugares como el Castillo de Bran (llamado de Drácula aunque ni siquiera está muy claro si llegó a estar allí unos días).
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